En el contexto de la pandemia, nuestras formas de trabajo experimentaron una evolución sin precedentes. La transición al teletrabajo no solo implicó un cambio de entorno, sino también la adopción de nuevos hábitos que, sorprendentemente, han encontrado un lugar permanente en nuestra rutina laboral.
La flexibilidad, la comunicación digital y el equilibrio entre la vida laboral y personal no solo han sobrevivido en nuestra rutina, sino que han fortalecido nuestra capacidad de adaptación y eficiencia en un entorno en constante cambio. Esta experiencia nos ha moldeado como profesionales más resistentes y preparados para enfrentar los desafíos del futuro.